Por: Dr. Guillermo Rubio Sanz
Presidente Ejecutivo
Multilogística MI México, S. de R.L. de C.V
E-mail: grubio@multilogistica.com.mx
Agosto 21, 2012.
Releyendo el libro de Francisco Martín Moreno, titulado “México
ante Dios”, en sus páginas cita textualmente
que:
“Durante la estadía en Nueva Orleans de los ilustres
exiliados Don Benito Juárez y Don Melchor Ocampo, quienes pasaban muchos días y
horas caminando por el puerto, conversando en uno de los modestos cafés ubicado
en el barrio francés, o bien recorriendo uno de los brazos del río Mississippi,
o bien sentados en los bancos del puerto observando las maniobras de carga y
descarga.
El michoacano nunca olvidaría
cuando Juárez le comentó la enorme ventaja de poder contar con un río de más de
6,000 kms de longitud que regara más de medio país comunicándolo, produciendo
inmensos beneficios agrícolas, generando riqueza a su paso por valles y
praderas; es decir, envidiaba la existencia de una vía fluvial que cruzara
México a lo largo y ancho, sin olvidar la importancia de los afluentes: “Imagínate Melchor las facilidades de
comunicación que hubiéramos tenido de haber podido contar con una vía navegable
como el Mississippi.
Habrían proliferado
puertos y ciudades en ambas márgenes del
río. El comercio interior no sólo
nos habría unido, sino que hubiera sido un espléndido agente de creación y
distribución de riqueza al que se habría sumado la ventaja del ferrocarril, tan
atractivo, sencillo y económico en estas enormes planicies
norteamericanas. Sin embargo, nos tocó
un territorio dividido por enormes nudos montañosos que han aislado a nuestras
ciudades, separándolas en lugar de acercarlas, para trabajarlas más
eficientemente. Nuestra configuración
geográfica impide que todos los mexicanos podamos tomarnos de la mano para dar
un gran salto.
Era evidente, les fincaba una amistad de largo plazo, largo aliento
fundada en la convergencia de ideas políticas y en el diagnóstico necesario
para estimular el crecimiento económico de México. Ambos mexicanos desterrados, conocían de
sobra los principales problemas que aquejaban a la nación, y coincidían en la
mejor estrategia para resolverlos”.
Hasta aquí el contenido del libro, y pensando que es lo más
hermoso de leer, nos lleva a considerar dos cosas: lamentar la carencia de un río tan
comunicativo (como diría Cantinflas) aunque en caudal México “no canta malas
rancheras”, curiosamente ninguno de nuestros ríos transcurre de norte a sur
como el Mississippi, y la otra cuestión es que meditando el relato de Martín
Moreno, esa enorme corriente fluvial desemboca en el Golfo de México donde tenemos
puertos federales y estatales (Yucatán, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas) desde donde podríamos y,
deberíamos enviar y recibir mercancías, aprovechándonos de su navegabilidad
hasta la región de los grandes lagos sin olvidar los centros de consumo y
producción ribereños.
Imaginemos barcazas cargadísimas, por ejemplo de
productos tropicales viajando en pleno invierno americano, preguntándome hasta
cuánto estarían dispuestos a pagar por esa opción, otras posibilidades como refacciones
automotrices y tantas cosas más en las que somos competentes en calidad y
competitivos en precio, con esta ventaja logística son realidades contundentes.
Tener puertos en el litoral atlántico caribeño desde EEUU
hasta las islas y centro américa a pocas millas náuticas, es genial, siendo
inaudito que esta fenomenal ventaja geoestratégica, sexenio a sexenio continuemos
sin sacarles beneficios.
Hace treinta y un años se pusieron en práctica las llamadas “autopistas
del mar” la primera entre Génova y Barcelona, donde los peritos de Applus+ Novotec
certificaron que el transporte marítimo en comparación con el terrestre reduce
el costo en mínimo veintisiete por ciento contra la carretera, además de aliviar
los tráficos al reducir los camiones pesados en las autopistas europeas,
inclusive la sensible baja en la contaminación atmosférica. Actualmente hay once “autopistas del mar” funcionando
en el viejo continente, para lo cual autoridades gubernamentales han
participado con apoyos para poner en
marcha estas prácticas logísticas, ahorrando mucho tiempo y dinero al
consumidor… que, somos todos. Tenemos
que concebir y dar a luz a las “autopistas del mar” desde Progreso, Calica,
Veracruz, Tuxpan y Altamira, hasta Nueva Orleans como primer parto y luego
conocido procedimiento ampliarlo con más y más rutas.
La promoción realizada desde los puertos a diferentes países,
organizando y participando en misiones comerciales con empresarios de su
entorno, están siendo tan relevantes como exitosas, tanto para mejorar las
practicas portuarias como en la captación de negocio, sobre todo al ofrecer la
novedad de llevar las mercancías más allá del puerto a plataformas logísticas, acercándolas
a ciudades del interior, habiendo puertos que en el 2011 organizaron hasta once
grupos resultando que la actual crisis hay recintos que incrementaron su
operación. Muchos viajaron de Europa a
la India, aunque muy entre nosotros, desde México no hay que irse tan lejos,
pues desde los puertos del atlántico tenemos vecinos desde la costa este de
EEUU y todo el caribe isleño y continental hasta Sudamérica tan impactantes en
negocio como lo prueban las ampliaciones del canal de Panamá con su
impresionante zona de actividades logísticas, la modernización y crecimiento
del puerto de Kingston en Jamaica, inclusive hay varios puertos de centro américa
que, han sacado licitaciones para construir terminales desde contenedores hasta
carga a granel líquida y sólida. Como
escribió ilustre ecónomo holandés, de apellido complicadísimo: “El mar ha sido, es y será el GRAN NEGOCIO”.